Creer cuando no pasa nada

Sergio Daldi
15 ago
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A veces sentimos que Dios llega tarde, pero en su reloj perfecto nada se retrasa. Esta es la primera parte de la serie “El silencio que anuncia un milagro”. Aprende a confiar en el tiempo perfecto de Dios, incluso cuando parece guardar silencio.

Reloj de arena sobre escritorio – Devocional Biblia El Mensaje Juan 11 sobre confiar en el tiempo perfecto de Dios. — El silencio De Dios no es ausencia

1-3 Un hombre llamado Lázaro estaba enfermo, era de Betania, el pueblo de María y Marta, sus hermanas. Esta era la misma María que ungió los pies del Señor con aceites aromáticos y luego los secó con su cabello. Era su hermano Lázaro el que estaba enfermo. Por lo que las hermanas le enviaron un mensaje a Jesús: «Maestro, el que tanto amas está enfermo».

4 Cuando Jesús recibió el mensaje, dijo: «Esta enfermedad no es mortal, sino que se convertirá en una ocasión para mostrar la gloria de Dios y exaltar a su Hijo».

5-7 Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro, pero —por extraño que parezca— cuando escuchó que Lázaro estaba enfermo, se quedó donde estaba dos días más. Después de esos dos días, les dijo a sus discípulos:

—Volvamos a Judea.

8 Ellos le informaron:

—Rabí, no puedes hacer eso. Los judíos quieren matarte, ¿y vas a regresar?

9-10 —¿No hay doce horas de luz? —respondió Jesús—. Cualquiera que camina de día no tropieza porque hay mucha luz del sol. Sin embargo, si camina de noche, es muy posible que tropiece porque no puede ver a dónde va.

11 Dijo esas cosas y luego anunció:

—Nuestro amigo Lázaro duerme. Voy a despertarlo.

12-13Los discípulos le dijeron:

—Maestro, si duerme, descansará bien y despertará sintiéndose mejor.

Jesús estaba hablando de la muerte, mientras que sus discípulos pensaron que estaba hablando de una siesta.

14-15 Entonces Jesús lo explicitó:

—Lázaro murió. Y me alegro por ustedes de no haber estado allí. Están a punto de recibir nuevos motivos para creer. Ahora vamos a verlo.

María y Marta vivían un momento de urgencia. Su hermano Lázaro estaba enfermo y sabían que Jesús podía sanarlo. Confiadas, enviaron un mensaje: “El que tanto amas está enfermo”. Seguro esperaban que Él viniera de inmediato.

Pero lo que ocurrió fue desconcertante: Jesús, que los amaba, se quedó dos días más en el mismo lugar. ¿Cómo podía demorar si lo amaba?

En nuestra lógica, la ayuda de Dios debe llegar en el momento que la pedimos. Sin embargo, Jesús no se mueve por presión humana, sino por un plan divino. Él ya sabía que la historia no terminaría en una tumba, sino en un testimonio de su gloria.

Cuando el cielo parece en silencio y el reloj avanza sin respuesta, no significa que Dios se olvidó. Significa que está preparando algo que nos dará “nuevos motivos para creer” (v.15).

Aplicación práctica para nuestro día:

Recuerda que el amor de Dios no se mide por la velocidad de sus respuestas.
Confía en que, aunque parezca retrasarse, hay un propósito mayor que aún no ves.
Mantén la fe activa en la espera: ora, agradece y declara que Él sigue al control.
Oración:
Señor, ayúdame a confiar en tu tiempo perfecto. Cuando no entienda tus demoras, recuérdame que todo está bajo tu control. Haz que mi fe no dependa de la rapidez de la respuesta, sino de la certeza de tu amor. Amén.