No guardes lo que transforma

Sergio Daldi
29 sept
3 Min. de lectura

Tienes en tus manos un mensaje que puede transformar vidas. No lo guardes. En un mundo lleno de ideas confusas, tu voz —guiada por el amor de Cristo— puede traer claridad, esperanza y vida a quienes más lo necesitan.

Faro encendido iluminando en medio de la oscuridad — símbolo de compartir la esperanza que transforma.

13‑18 Si hacen el bien con el alma y el corazón, ¿creen que los pueden detener? Aunque sufran por ello, seguirán siendo dichosos. No le den importancia a la oposición. En las buenas y en las malas mantengan sus corazones atentos, en adoración ante Cristo, su Señor. Estén dispuestos a hablar y a responder a quien les pregunte por qué viven con esperanza, y siempre con la mayor cortesía. Tengan la conciencia tranquila ante Dios para

que, cuando les echen barro, no se les pegue. Acabarán dándose cuenta de que son ellos los que necesitan un baño. Es mejor sufrir por hacer el bien, si eso es la voluntad de Dios, que recibir castigo por hacer el mal. En definitiva, eso es lo que hizo Cristo: murió por los pecados de los demás, el Justo por los injustos. Pasó por todo, fue condenado a muerte y resucitó, para llevarnos a Dios.

— 1 Pedro 3:13-18 Biblia El Mensaje

Muchas veces pensamos que “compartir” se limita a lo material: dar ayuda, donar recursos, suplir necesidades. Y aunque eso es valioso, hay algo aún más poderoso que puedes dar: el mensaje de esperanza que transforma corazones.

A diario escuchamos personas hablar desde convicciones que parecen buenas, pero no provienen de Dios. Han adoptado ideas espirituales que las alejan de la verdad sin darse cuenta. Mientras tanto, quienes conocemos a Jesús muchas veces callamos… para evitar incomodar, no generar una discusión o no “ofender”.

Pero Pedro nos anima claramente: “Estén dispuestos a hablar y a responder… y siempre con la mayor cortesía”. No se trata de debatir ni de imponer, sino de hablar desde un corazón que adora a Cristo, confiando en que Su Palabra tiene poder.

Una reflexión compartida, un devocional reenviado, un mensaje en el momento oportuno… puede abrir conversaciones profundas y eternas. Muchas veces, cuando compartes con amor y sensibilidad, la reacción no es rechazo, sino gratitud. Y esa simple acción puede ser el primer paso para que alguien se acerque a Dios.

No guardes lo que transforma. Tu mensaje puede ser la chispa que encienda fe en otro corazón.

Como un faro en la noche, tu luz no fue hecha para esconderse, sino para guiar a otros hacia la seguridad.

Aplicación práctica:

Piensa en una persona que esté pasando por un momento difícil o que necesite dirección espiritual.
Compárteles este devocional o un mensaje que hable a su necesidad. Hazlo con amor y sencillez.
Ora antes de enviarlo, pidiendo que el Espíritu Santo prepare su corazón.
Mantente disponible para conversar, no para ganar un debate, sino para edificar con esperanza.

Oración:

Señor Jesús, gracias por darme una esperanza viva que transforma vidas. Perdóname por las veces que he callado cuando debía hablar. Hoy decido compartir tu verdad con amor y valentía. Usa mis palabras, mis mensajes y mis gestos para encender luz en quienes más lo necesitan. Amén.