Jesús es el Salvador: el nacimiento que cambió nuestra historia
- Sergio Daldi
- 21 dic
- 4 Min. de lectura
El nacimiento de Jesús no fue una escena tierna para recordar una vez al año ni una tradición religiosa más. Fue la decisión más radical de Dios: hacerse cercano para salvarnos. Juan 1 nos recuerda que el Salvador no vino a observar nuestra historia desde lejos, sino a entrar en ella y transformarla para siempre.

La luz de la vida
1-2 La Palabra fue en el principio, la Palabra estaba presente en Dios, Dios estaba presente en la Palabra. La Palabra era Dios, dispuesta con Dios desde el principio.
3-5 Todo fue creado a través de él; nada, ¡absolutamente nada! llegó a existir sin él. En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. La luz de la vida resplandeció en la oscuridad; y la oscuridad no pudo apagarla.
6-8 Hubo una vez un hombre, llamado Juan, enviado por Dios para señalar el camino a la luz de la vida. Él vino a mostrarles a todos dónde mirar y en quién creer. Juan no era la luz; su función fue mostrar el camino a la luz.
9-13 La luz de la vida era real: Cada persona que entra en la vida es traída a la luz por él. Él estaba en el mundo, el mundo existe a través de él y, sin embargo, el mundo ni siquiera lo notó. Vino a su propia gente, pero ellos no lo quisieron. Pero a quienes sí lo quisieron, los que creyeron que era lo que afirmaba ser e hicieron lo que él decía, él los convirtió en verdaderos hijos de Dios. Estos son los engendrados por Dios, no engendrados por sangre, ni por carne, ni por relaciones sexuales.
14 La Palabra se hizo hombre, y vino a vivir a nuestro mundo. Vimos su gloria con nuestros propios ojos, la gloria inigualable del Padre en el Hijo, lleno de gracia por completo, verdadero de principio a fin.
15 Juan lo señaló y gritó: «¡Este es! El que les dije que venía detrás de mí pero, de hecho, estaba delante de mí. Siempre ha ido delante de mí, siempre ha tenido la primera palabra».
16-18 Todos vivimos de su generosa abundancia, una dádiva tras otra, tras otra. Obtuvimos los fundamentos de Moisés, y luego este abundante dar y recibir, este conocimiento y comprensión interminables, todo esto vino a través de Jesús, el Mesías. Nadie ha visto jamás a Dios, ni siquiera un destello. Esta expresión de Dios inigualable, que existe en el corazón mismo del Padre, lo ha hecho manifiesto como el día.
—Juan 1:1-18 Biblia El Mensaje
El nacimiento de Jesús no fue un accidente histórico ni una tradición religiosa. Fue una decisión consciente del cielo. Dios no gritó desde lejos. Se acercó. No envió instrucciones; vino Él mismo.
El Creador entró en su creación.
El eterno aceptó el tiempo.
El santo eligió un pesebre.
Jesús no llegó como un rey distante, sino como nuestro Salvador cercano. Lloró como bebé. Dependió de brazos humanos. Conoció el cansancio, la espera y el rechazo. No vino a impresionar al mundo, sino a rescatar nuestra historia.
Si Dios se hizo hombre, entonces nuestra vida le importa.
Si el cielo tocó la tierra, entonces nuestra salvación es posible.
Juan dice que a todos los que lo recibieron les dio el derecho de ser hijos de Dios. No a los perfectos. No a los religiosos. A los que lo reciben.
El nacimiento del Salvador nos recuerda que Jesús es el Salvador que entró en nuestra historia para rescatarnos y darnos una vida nueva.
Jesús es el Salvador: una invitación para nuestra vida
Hoy no se trata solo de recordar un nacimiento. Se trata de responder juntos a una invitación.
Jesús no vino solo para ser admirado, sino recibido. No vino solo para acompañarnos, sino para salvarnos.
Creer que Jesús es el Salvador no es solo aceptar una idea; es decidir entregarle el control de nuestra vida. Tal vez creemos en Dios, pero seguimos viviendo a medias. Tal vez conocemos a Jesús, pero aún no le hemos rendido todo.
Hoy podemos decirle, con sinceridad:
“Jesús, ya no queremos intentarlo solos. Nos rendimos. Confiamos. Te seguimos”.
Oración
Jesús, hoy reconocemos y confesamos que Tú eres el Salvador. Creemos que tu nacimiento cambió nuestra historia y que viniste al mundo por nosotros.
Hoy te entregamos nuestra vida completa: nuestro corazón, nuestra mente, nuestras decisiones y nuestro futuro. Te pedimos perdón por nuestros pecados, por las veces que vivimos lejos de ti o quisimos hacerlo a nuestra manera. Recíbenos, límpianos y restáuranos. Queremos vivir como hijos de Dios, bajo tu gracia y tu verdad. Jesús, desde hoy confesamos que Tú eres nuestro Salvador y nuestro Señor. Amén.
El Salvador no vino a observar nuestra historia desde lejos.
Vino a entrar en ella… y a transformarla para siempre.

Sergio Daldi
CEO & Presidente
Grupo Nivel Uno / Casa Creacion





Amén Dlb bendiciones saludos A Dios sea toda la Gloria y El Poder El es nuestra Luz 💡 y fortaleza y cobertura El es nuestro Salvador y nuestro Señor y Rey de Reyes Amén 🙏🏻🙌🏼📖🕊️👑💙🤍❤️