Donde lloraste, Dios te hará prosperar
- Sergio Daldi
- 30 oct
- 3 Min. de lectura
A veces creemos que Dios nos prosperará cuando salgamos del lugar donde sufrimos. Pero la historia de José nos muestra lo contrario: Dios puede hacerte fructificar exactamente en la tierra donde lloraste. El mismo Egipto donde José fue esclavo y prisionero, fue el lugar donde Dios lo levantó, lo bendijo, lo hizo padre y lo convirtió en canal de provisión para muchos.

47-49 Durante los siguientes siete años de abundancia, la tierra produjo grandes cosechas. José recogió la comida de los siete años buenos en Egipto y la almacenó en las ciudades. En cada ciudad almacenó los excedentes de los campos circundantes. ¡Acumuló tanto grano que era como la arena del océano!, por lo que, al final, dejó de llevar la cuenta.
50-52 Antes de que llegaran los años de hambre, José tuvo dos hijos con Asenat, hija de Potifera sacerdote de On. Al primogénito lo llamó Manasés (Olvidar), porque dijo: «Dios me hizo olvidar todas mis dificultades y el hogar de mis padres». Al segundo hijo lo llamó Efraín (Doble prosperidad), porque dijo: «Dios me ha hecho prosperar en la tierra de mi dolor».
53-54 Entonces terminaron los siete años buenos de Egipto y llegaron los siete años de hambre, tal como José lo había dicho. Toda la tierra tuvo hambre, pero Egipto era el único territorio que tenía pan.
55 Cuando la hambruna se extendió por todo Egipto, el pueblo angustiado clamó al faraón pidiéndole pan. Pero él les dijo a los egipcios: «Vayan a José y hagan lo que él les diga».
56-57 A medida que la hambruna empeoraba en toda la región, José abrió los almacenes y les vendió los suministros de emergencia a los egipcios. Pronto llegaron personas de todo el mundo para comprar provisiones a José, pues la hambruna era muy severa y se había extendido por todas partes.
—Génesis 41:47-57 Biblia El Mensaje
No importa si hoy lloramos en el lugar donde estamos, o si nos sentimos atrapados como en una prisión.
Muchas veces me he sentido así: como si me hundiera poco a poco hasta que, de pronto, recuerdo que ese no es el propósito final de Dios para mi vida… ni para la tuya.
Es solo un tramo del camino hacia lo nuevo.
Cada temporada difícil tiene un sentido, y cuando Dios está en medio, nada se desperdicia.
José no se estancó en lo que había perdido; construyó algo nuevo con lo que Dios le dio. Dios transformó su dolor en propósito y su pasado en provisión.
El nombre de sus hijos no fue casualidad:
Manasés representa el olvido sanador — no porque borres el pasado, sino porque ya no duele.
Efraín representa la prosperidad que nace después de la prueba — el fruto de haber confiado cuando nada tenía sentido.
José fue padre en Egipto. Fue feliz donde antes había sido humillado. Y fue instrumento de bendición para el mundo en el mismo suelo donde había sido vendido como esclavo.
Aplicación práctica:
No huyas del lugar donde fuiste herido; puede ser el mismo lugar donde Dios te bendiga.
Cuando Dios te da “abundancia”, almacená sabiduría, fe y humildad, porque los tiempos difíciles llegarán.
Tu historia puede alimentar la fe de otros. Lo que viviste no fue en vano.
Llamá tus “hijos” como José: uno para recordar que sanaste, y otro para celebrar que prosperaste.
Oración:
Señor, gracias porque no me dejas en el lugar de mi dolor, sino que lo convertís en tierra fértil. Dame la fe de José para reconocer tu mano en medio del proceso y la gratitud para prosperar donde antes sufrí. Que mi vida sea un almacén de tu gracia para otros. Amén.
Dios no solo te saca del dolor; te hace dar fruto en él.

Sergio Daldi
CEO & Presidente
Grupo Nivel Uno / Casa Creacion
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Gracias hermano Daldi por compartir estas reflexiones de la palabra de Dios tan lindas, educativas y edificantes. Un saludo de Guatemala, Dios lo bendiga y prospere en su ministerio.
Execelente reflexión.